En la previa de un emocionante Clásico Universitario entre la Universidad de Chile y la Universidad Católica, la calma del Estadio Municipal Ester Roa Rebolledo de Concepción se vio interrumpida por un espectáculo pirotécnico inesperado. A pesar de que el partido no había comenzado, el sector sur del estadio, ocupado únicamente por hinchas de la U, se convirtió en un escenario de fuegos artificiales y estruendosas bombas.
Mientras el partido arrancaba, la situación se mantuvo en pie, pero el árbitro Francisco Gilabert no suspendió el juego, incluso cuando los artefactos explosivos llegaron peligrosamente cerca del portero azul, Cristóbal Campos. A pesar de los llamados a la calma desde la locución del estadio, la barra del cuadro laico continuó con su caótica celebración, y el juego prosiguió sin goles ni emociones.
Todo parecía haberse calmado hasta que, en el minuto 30, el caos volvió a estallar. Fuegos artificiales, bombas de ruido y bengalas llovieron desde el sector preferencial hacia las bancas de ambos equipos, llevando a la suspensión del Clásico Universitario. El cuarto árbitro, Diego Flores, estuvo a punto de ser alcanzado por los explosivos, lo que provocó la retirada del equipo arbitral hacia los camerinos. Desafortunadamente, un carabinero, un camarógrafo de TNT Sports y un periodista resultaron heridos, según reportaron las autoridades presentes en el estadio.